«ALBEROLA, UN COMERCIO DE TODA LA VIDA SITUADO EN VARIOS PUNTOS DE LA CIUDAD DE VALENCIA.»

A principio del siglo XX, dos jóvenes hermanos montaron un taller de corsés. El negocio comenzó el 11 de Abril de 1923 y se mantienen a día de hoy, cuatro generaciones más tarde.

Tienda tradicional en donde buscamos la personalización de nuestros productos, también tenemos primeras marcas muy conocidas. Con los años también hemos ampliado el campo de la corsetería y de la lencería a novias, maternidad, clínica y deporte. Así la mujer puede escoger, con el asesoramiento adecuado, diferentes modelos y diseños de lencería, corsetería, novias, moda baño y homewear.

Las tiendas se han ganado a pulso el lugar preferente entre los comercios especializados. La actividad de nuestro negocio es muy grande, abarcando desde corsés para novias, trajes de valenciana y clavariesa. Una costumbre de hace un siglo y muy de moda actualmente. “Dependemos de la moda exterior para crear la interior”. Son buenos clientes tanto tiendas especializadas en moda femenina como modistas y modistos excelentes de tanta tradición valenciana.

Aunque nos interesa mucho el mundo digital, nuestras prendas y el gusto de la clienta son muy de probador, y a la mujer le gusta ese trato.

Relatos de nuestra historia / Por Amparo Alberola

¿Quién recuerda los maniquíes antiguos? Los corsés eran de una sola pieza, desde las caderas al pecho, sin sujetador.

Se trabajaba “ a medida” con preciosas telas de “Simili” adamascadas para la confección de corsés.

El color que predominaba era el salmón pero también el rosa y el negro e incluso muchas veces el adamascado del dibujo en distinto color.

La explotación del negocio por aquellos años 20, 30 y 40 del siglo pasado, era la venta de las fuertes telas para la confección de prendas de corsetería y sus complementos; Cintas, ribetes, gomas, ballenas, “ marcelas” (así se llamaban los broches de liga).

Las señoras compraban las telas y las costureras confeccionaban las prendas en los domicilios. También en los pueblos existía la figura de la “corsetera” que periódicamente se proveía de género para la confección a medida.

Uno de los dos hermanos fundadores de la empresa, se casó con una clienta muy guapa y quizá la mejor corsetera de Valencia.

Con ella al frente, fundaron un taller con ocho o diez corseteras, sus aprendizas, patronista, cortador… Unos probadores amplios y chicas especializadas en probar las prendas a las clientas, “corses” principalmente, verdaderas maravillas artesanas por sus dibujos y adornos con encajes.

Estoy hablando de la empresa que fundaron en 1923 mi abuelo paterno y su hermano.

Yo he sido la tercera generación, hoy felizmente jubilada.

Ahora la empresa (en la cuarta generación) la capitanean mis hijos Alfre y Belén con un equipo de mujeres muy bien preparadas y adaptadas a nuestro tiempo, tan distinto, para el trabajo en el taller y la atención y el consejo a los clientes.