Pioneras. El coronavirus consigue aislar a las mujeres con iniciativa que no se conformaron con quedarse en casa cuando la sociedad se lo imponía.

Amparo Alberola

Gracias a ella perduró la empresa en manos de la familia. Fue la única de cuatro hermanas que quiso continuar con la conocida corsetería que dentro de dos años cumplirá los 100. Creció en la calle Calabazas, donde antes estaban la tienda y el almacén. «Recuerdo en vacaciones bajarme al taller y estar allí con las chicas, con las oficialas, con las aprendizas e incluso poniendo botones y las puntillitas».

Estudió empresariales en un aula en la que ella y otra compañera eran las únicas mujeres. «No pensé otra cosa, ese era mi mundo, donde había crecido. Además, estuve muchos años conviviendo al mando con mi padre y con mi tío, que eran los gerentes de la empresa, y a su lado empecé a ir a Barcelona y a las ferias, luego ya a París y Lyon». Reconoce que «compaginarlo con la maternidad fue lo más difícil. Yo tuve a mis tres hijos en poco más de cuatro años y ahí dejé unos años el trabajo». Siendo una persona tan activa, cuando se jubiló no dudó en matricularse en clases de Literatura, Inglés e Historia, pero lamenta que con la pandemia todo se haya cancelado.